jueves, 29 de octubre de 2009

El dia que supe que mi vida iba a cambiar


Pues con sólo 2,63 milímetros, ya supe que el garbanzito iba a cambiar mi vida.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Curiosidades - Creta y Rodas

Belleza en la corte de Minos

Cena de Gala del Empress, navegando rumbo a Rodas. Tambien conocida como la noche de los borrachos, por como andaban todos por los pasillos debido al movimiento del barco

Akliman, delfines y Rodas al fondo


Calles de Rodas donde no pasa el tiempo

A estos mini caballeros les arreo un guantazo qué pa qué

Tiran más dos pelos de coño, que una maroma de barco... O no?

martes, 27 de octubre de 2009

Tercer puerto. Rodas

Las luces del puerto se alejan lentamente en silencio. El único ruido que se oye es el de las maquinas del pesado barco que perezosamente va cortando las olas. Atrás queda el sonido de la sirena del barco con sus tres largos pitidos anunciando que un pesado mastodonte se lanza a través de las olas hacia su siguiente destino.

Atrás queda Rodas, la vieja ciudad de Rodas. Desde la barandilla de la cubierta puedo contemplar como se aleja, mirándome fijamente a los ojos, con piel bronceada, cuerpo bien formado, y facciones penetrantes, el coloso. La alta estatua de bronce se alza ante los barcos que quieren entrar en el puerto. Todos le rinden pleitesía, todos le respetan, todos pasan bajo el broncígeno gigante. Temido casi como el dios del mar. Los barcos en su interior se sienten seguros, los barcos enemigos y piratas le temen. Yo lo contemplo con respeto y admiración. Pero es mi imaginación al contemplar como se alejan las dos columnas que presumiblemente representan el lugar donde un día se encontraban sus pies.

Atrás queda Rodas, enclave comercial privilegiado perteneciente al glorioso imperio bizantino, sus murallas de piedra protegen la entrada, con torres donde se alzan las balistas que atacaran a los piratas cilicios, tan peligrosos por estos mares. Las cúpulas esféricas de las iglesias ortodoxas se despiden de mí, mientras veo como las pocas luces del puerto se apagan. Las ruinas de bronce de lo que un día fue el coloso descansan en su lecho de mar, con unas piernas rotas mas o menos a la mitad de la pierna, como muestra de que el hombre nunca debió desafiar a Poseidón, dios del mar, por la supremacía del egeo.

Atrás queda Rodas, la fortaleza medieval usada por los cruzados como base, para atacar tierra santa. Sus murallas, aun mayores que las bizantinas, representan un duro desafío para todos aquel que desee entrar en la ciudad por la fuerza. El castillo de los caballeros destaca en el horizonte, como nueva muestra de respeto en la zona, y el puerto, vacío, llora por los restos del coloso vendidos por los árabes en tiempos pasados. En su interior, las casas de piedra y madera salpican la ladera, rodeadas por bastante más de cuatro kilómetros de muralla irrompible, y vigiladas por los caballeros con sus estandartes y armaduras, que día y noche vigilan la ciudad y el mar.


Atrás queda la Rodas griega, la actual, la mezcolanza entre los turistas y los autóctonos hace mella en la ciudad antigua, donde conviven las edificaciones medievales, bizantinas y árabes con los nuevos restaurantes típicos griegos, los cafés, las tiendas de souvenires y chucherías, los centros oficiales y museos.

Los olores y los sabores típicos griegos se mezclan también, dejando un ambiente inigualable. El olor a mar con la brisa de la mañana, a humedad del levante, entra por la puerta de san pablo desde el norte, e inunda la ciudad vieja en las frescas mañanas de octubre. Los olores y los sabores a la hora de comer, donde los restauradores locales se afanan por mostrar a los turistas los placeres de la gastronomía local. No hay cosas estándar aquí. Todo es comida griega, con sus especiadas carnes y sus deliciosas ensaladas. El souvlaki (pincho de cerdo) sabe de muerte, y la moussaka es una delicia.


El café griego sabe a zarzaparrilla mientras lo degusto en una rodas donde se pone el sol, en otros tiempos, posiblemente solo el ruido del correr el agua en la fuente se oiría en esta plaza, hoy varias decenas de personas con cámaras la comparten conmigo, destrozando un poco el momento. Pero todos tienen derecho a disfrutar de este momento, aunque no tengan la sensibilidad necesaria para reconocerlo. Poco a poco, mientras el sol se marcha lentamente en el horizonte, se iluminan las murallas, las tiendas y las estrechas calles. Es una lastima que no se usen los antorcheros con antorchas en la noche de Rodas, pues le daría a algunas calles una sensación especial.

Mientras el barco se va, me despido con la promesa de volver, esta vez sin las prisas de un crucero….

lunes, 26 de octubre de 2009

Lileth y el Sr. X

Como lo prometido es deuda, y de prometí a Lileth que buscaría una foto de mi boda donde saliese ella, he encontrado unas pocas, pero la mejor, sin duda es esta. Que dificil es cogeros juntos en una foto... Son los dos que están a la izquierda, detrás de los novios. (Yo)
Pero por separado, en las fotos de grupo, si os he pillado mejor....



Esta vez si que me mata cuando me cruce con ella....

Segundo Puerto. Creta

La isla más grande de Grecia y una de las más grandes del mediterráneo no se hizo esperar demasiado. El segundo puerto del viaje se acercaba. A las nueve de la mañana ya estábamos fuera del barco, buscando la parada de autobús que nos llevaría al legendario palacio de Knossos, antigua capital del rey Minos.

El viaje en el autobús, atestado hasta reventar (no sabia yo que en los autobuses entraban tantas personas), fue lento debido a las paradas que hacia, pero al menos, gracias a que era un autobús de línea, veríamos algo más de la ciudad de Heraklion, enclave comercial veneciano en la época medieval, como demuestra el fuerte portuario que silenciosamente vigilaba la entrada al puerto.

Al fin llegamos a Knossos, capital de la civilización minoica, y pudimos pasear por sus restos. Algunas fachadas restauradas, pinturas coloreadas y rocas son lo que queda allí, e innumerables turistas que se pasean por las piedras sin saber lo que están tocando.




Yo, con mi fértil imaginación a cien por hora, iba viajando entre corredores, oliendo el aceite de las lámparas, escuchando como Teseo y Ariadna se hablaban en susurros, y el rugir del minotauro en algún lugar bajo nosotros. También pude ver a Icaro cayendo al mar, con sus alas de cera derretidas por el sol, y como Dédalo se alejaba volando con la tristeza en los ojos.



Al fin, el trono de Minos, hombre no muy alto, por lo que pude comprobar, y la sala del trono, donde tantos improverbios le soltaría el rey Minos a los reyezuelos que osaban desafiarle. Pude imaginar como pasearía el longevo Minos, hijo del mismísimo Zeus, por los alrededores del palacio, donde los árboles y el viento hacían que esta preciosa mañana de octubre fuera ideal para pasear. Pude escuchar el viento en las hojas, el frescor en mi cara, tal y como Minos la sintió un día. Desgraciadamente, a mi muerte, no seré un juez de los muertos como él, y su hermano Radamantis y su hermanastro Eaco.



Tras volver del palacio de Knossos, y dejando que mi esposa visitara algunas tiendas de ropa por el centro de la ciudad (el precio que hay que pagar por que ella te acompañe a ver piedras viejas), nos paramos en unas tascas del centro, a degustar unas deliciosas cervezas Mythos y unos Souvlakis.


Creta quedaba atrás bien temprano, pues el barco no nos daba más tiempo aquí. Atrás quedaba el horizonte cretense, con su puesta de sol. Menos mal que para despedirme de Knossos, como siempre hago, me despedí del palacio tocando una de sus piedras. Los lugares como este puedes verlos en fotos en Internet, pero tocarlos hacen que sean más reales.

domingo, 25 de octubre de 2009

Curiosidades con humor

Cosas que me fascinaron de los griegos:

Increible, el coche estaba aparcado sobre la acera con su funda y todo. Lo mejor es que tenia hasta polvo.

Algunos si que viven bien en la Acropolis. ¿Donde has dejado a Diógenes?

De mayor quiero vivir siempre en un barco.

Plaka Plaka (Dedicado a Maria Jesús)

El PLAN E de los griegos

sábado, 24 de octubre de 2009

Primer Puerto. Atenas

(Con este comenzamos una serie de post en los que iré relatando mi versión del viaje de Novios. Mi versión imaginaria puede variar de la realidad levemente, medianamente o mucho.)

El rocoso perfil que rodea a la urbe recuerda los paisajes ibéricos, por donde los griegos antiguos crearon cosas tan útiles como la democracia o el arte de la guerra. Saber que por estos parajes pasearon hombres como Pericles, Anaxágoras o Aristóteles me embargaba de ilusión, hacia que el aire que respiraba me hiciera sentir especial, el paisaje, gracias a la imaginación, iba poco a poco perdiendo ladrillo y chimeneas, por mármol, madera y olor a mar.

El puerto del Pireo, que albergaba la mayor flota de la antigüedad, ahora era el nido de los cruceros, con ávidos turistas deseosos de embriagarse en la cultura griega. La imagen del cielo acompañaba a mi ensoñamiento, entre nubes y claros, nubes de color gris tormenta dejando atravesar rayos de sol iluminando las aguas del Pireo. Supongo que me sentía como Temistocles observando el cielo y el mar antes de la batalla de Salamina.


Mi ensoñamiento continuaba con la vista de la aun lejana Acrópolis, a la que poco a poco nos acercábamos andando por la empinada calle de Apostolou Pavlou, donde se podían ver trozos de piedras, muestras de la vegetación local, y una vista lejana de la Acrópolis que dejaba fascinados a todos.

Tocar la misma arena que un día tocaron Sófocles, Alejandro Magno o Platón me emocionaba a cada paso que daba. Las ruinas del Partenón, menos majestuosas debido a los andamios, dejaban ver los restos de la explosión del polvorín turco que dejó la mitad del edificio en el suelo gracias a un bombazo de los venecianos. El mármol y las vistas de Atenas desde el lugar eran impresionantes.

Poco me faltó para buscar al Gran Patriarca, a Seiya y a Siryu, o reclamar mi armadura de oro como digno defensor de la diosa Atenea. Me senté en un escalón, lejos del mundanal ruido de las excursiones de turistas que, menos sensibles que yo, pasaban por el lugar sin saber ni siquiera las cosas que por aquí habían ocurrido, sin saber que por donde pisaban ellos, una vez pisaron personajes ilustres. Mirando abajo, a la ciudad, pude imaginar a los defensores del Partenón ante los persas, luchando en vez de huir una vez que la ciudad estaba perdida. Pude ver a los turcos, a los venecianos, a cruzados, ejércitos de distintas épocas, de distintas vestimentas, pasar por aquí para derramar la sangre de sus enemigos en el afán de conquistar la plaza fuerte de Atenas. ¿Cuanta sangre ha corrido por estos escalones que ahora toco con mis manos?.




Tras dejar atrás la vorágine de imaginación que me produce el Partenón, bajamos al barrio de Plaka, donde se puede ver lo mejor que los griegos pueden ofrecer para los turistas. Esponjas naturales, multitud de chucherias imitacion de las columnas griegas, etc... Pasando de eso, me meto en el metro, y me dirijo a los barrios, donde se disfruta de la vida griega. Me tomo un Souvlaki en la parada de metro del Pireo (la Mousaka ya me la habia tomado con anterioridad), y embarco en mi USS Enterprise para continuar con mi importante misión vital camuflada de viaje de novios.

El puerto del Pireo se despide de mi con una preciosa puesta de sol, como invitándome a volver algún día.


Que poderosa herramienta es la imaginación, y que libres somos de usarla como más nos guste.

domingo, 4 de octubre de 2009

Ya está hecho


Pues sí, el día 26 de Septiembre, contraimos matrimonio en la Mezquita de Cordoba. Gracias a todos los que estuvieron, y a todos los que no pudieron estar. Tambien a aquellos que se acuerdan de nosotros, a pesar de que las distancias nos mantienen separados, pero juntos en el pensamiento.

Thanks to all!!
Ahora al crucero....